Entrevista a Rodrigo Susaeta, presidente de Apeco

“ESPERO QUE LO DE ESTE AÑO SEA UN CAMBIO DE TENDENCIA”

Destaca la reducción de la superficie productiva y la mejor distribución de la oferta durante la temporada. Señala Susaeta que hoy -en la uva de mesa chilena- se aprecia una preocupación fundamental por la calidad y el rendimiento, “algo que antes no era importante para todos”.

Tras una buena temporada comercial, “después de varios años malos”, conversamos con Rodrigo Susaeta, presidente de APECO (Asociación de Productores y Exportadores de Copiapó) y gerente general de Agrícola Manflas. A pocos días de que la APECO retome su exitoso seminario internacional, que no pudo realizar el año anterior, y que ya en su decimosegunda edición es un encuentro consolidado de la industria en Atacama.

La historia en la uva de mesa para Rodrigo Susaeta comienza el año 79’ cuando su padre, Félix Susaeta, llega a Copiapó con su socio y amigo Ricardo Corssen y compran el terreno de lo que hasta hoy es Hacienda Manflas (entrevista a Ricardo Corssen en UM N°4), la base productiva de Agrícola Manflas, empresa 100% dedicada a la producción de uva de mesa de exportación.

La ya famosa Hacienda Manflas está ubicada en la parte alta de Copiapó, en el valle del río Manflas. “En aquellos tiempos era una idea muy aventurada de Ricardo y mi padre ya que producir uva de mesa a más de 1.500 msnm no estaba probado, pero resultó, por lo que llevamos 45 años produciendo uva de mesa en Copiapó”.

Pese a que es ingeniero civil de profesión, Rodrigo Susaeta comenzó a vivir en el campo ya el año 97’ y ha estado a cargo de la agrícola por 27 años. “Dudaba si estudiar agronomía o ingeniería, pero mi papá, siendo agrónomo, me incentivó a seguir ingeniería civil”, recuerda Susaeta.

RECAMBIO VARIETAL Y AJUSTE DE SUPERFICIE EN MANFLAS

Manflas comenzó muy temprano con el recambio varietal. “Creo que fuimos de los primeros en viajar a EEUU a buscar alternativas. Al principio, a ver las propuestas del programa genético de Sunworld, el primero que partió acá… Tuvimos tiempos muy buenos en Hacienda Manflas, diría que fueron diez años buenos corridos hasta 2017, quizás con un año no tan bueno entre medio, lo que nos permitió abordar el recambio varietal de manera muy intensa. Hoy tenemos 10 variedades, de casi todos los programas genéticos, unas más exitosas que las otras, pero que claramente son el camino a seguir para el futuro de la industria”.

Sin embargo, según percepción de Susaeta, desde 2017 en adelante la uva de mesa chilena ha estado “bastante deprimida”, por los malos precios en los mercados, primero, pero también por las “complejidades productivas” que venían con la incorporación de las nuevas variedades. Por esto, al igual que en el resto del valle de Copiapó, la superficie productiva de Hacienda Manflas se ha ido reduciendo progresivamente. “Llegamos a cultivar 200 ha de uva de mesa, pero hoy solo producimos en 90 y estamos evaluando incorporar cítricos en cerros difíciles de cosechar”.

“SOLÍAMOS SALIR A FINES DE OCTUBRE”

La superficie de cultivo de Manflas ha caído en poco más del 50%, ¿en qué porcentaje ha caído el volumen producido?

En plena producción el volumen total va a haber caído en menos del 50% porque estamos aspirando a mejores rendimientos que con las variedades tradicionales. El rendimiento por hectárea ha aumentado y eso significa que la caída en producción no es tan importante como la caída en superficie. Aunque, claramente, hay una caída general del volumen, tanto en Manflas como en Copiapó.

¿Cuánto han cambiado las fechas de cosecha de Copiapó con las nuevas variedades?

Las fechas de cosecha se han modificado mucho, aun sin considerar el cambio de variedades, solo por el impacto del cambio climático. Nosotros solíamos salir a fines de octubre, pero llevamos varios años en que empezamos a cosechar recién en la semana 49, o sea, 3 semanas después, aunque -en gran parte- es debido al cambio en los parámetros climáticos. Por ejemplo, el año pasado la cosecha en Manflas comenzó en las fechas que eran normales en los años 80’ o 90’.

¿En este tiempo ha cambiado el mercado de destina de la fruta del valle?

El mercado para el valle de Copiapó es, sin duda, EEUU. Respecto de mercados secundarios, hacemos algunas cosas interesantes en el lejano oriente, específicamente en Japón y Coréa, a China vamos muy poco, más algunas opciones que se ven interesantes en Latinoamérica. Por ejemplo, Ecuador, donde hay oportunidades de negocios específicas, de nicho, que están pagando precios bastante buenos. Otra de las ventajas es que la fruta llega a destino muy rápidamente, en muy buenas condiciones y corre menos riesgos.

LA PERSISTENCIA DE THOMPSON EN COPIAPÓ

¿El recambio varietal ha ido al mismo ritmo que el resto de la industria chilena?

Creo que en un principio fuimos más rápido, pero que ahora estamos a un nivel similar. Me parece que en el ritmo ha influido que hay variedades que han tenido más éxito en algunas zonas que en otras. Por ejemplo, la vieja Thompson seedless ha tenido muy buen resultado en el valle de Copiapó y todavía sigue teniéndolo; Flame seedless aguató bien en Limarí y Elqui; la misma Thompson, pero de guarda, en zonas del centro y Crinson seedless en la zona sur. Acá todavía persiste Red Globe, algunas Thompson y algo de Superior temprana, en cuanto a las variedades tradicionales que todavía funcionan. Por razones comerciales ha habido variedades que han sido más persistentes y han aguantado más tiempo. Fuera de eso, entiendo que el recambio ha ido bastante parejo en todas las regiones. Además, los programas genéticos fueron repartiendo sus variedades de manera homogénea en las distintas zonas. Un ejemplo es Autumn Crisp, una variedad que todos querían, pero que el programa genético fue repartiendo en todo Chile de a pocas hectáreas. Como consecuencia, el recambio fue bastante homogéneo y no se concentró en una zona.

Hay quien opina que Red Globe no va a desaparecer completamente, porque tiene su mercado, es productiva, etc. ¿Qué te parece y -en ese sentido- cuál es el futuro de la Thompson que va quedando en el valle?

Pienso que la Thompson terminará desapareciendo. Es una variedad seedless que está muy presionada por las nuevas variedades. La RG es otra cosa. Tiene otro mercado y otro funcionamiento. Incluso estamos pensando en crecer un poco en RG, porque ha sido muy consistente. Pensamos plantar un poquito más porque es muy productiva y resiste muy bien los viajes.

¿En el caso de Thompson también influye lo demandante en mano de obra?

En alguna medida. Sin embargo, hay variedades nuevas que prometían ser menos demandantes de mano de obra y, si bien puede que requieran de raleos más simples y de menos jornadas en esa labor, por otro lado, presentan condiciones de vigor y de requerimientos de luz, por ejemplo, que acumulan jornadas en períodos más largos hasta cosecha. Es así que, al final, no es tan diferente el número de jornadas hombre que se gastan por hectárea. Sin embargo, en base a la mayor productividad de las nuevas variedades, puede haber mucha diferencia en el costo de mano de obra por caja. Pero en esto también influye la zona. Hay zonas donde Thompson es muy productiva y zonas donde tiene problemas de fertilidad y bajo rendimiento en las que las variedades nuevas le van a sacar mucha ventaja. Si bien en costo por hectárea es discutible, diría que las variedades nuevas, en general, tienen un menor costo por caja.

LOGÍSTICA: DEL BARCO FRUTERO AL CONTENEDOR

¿Cómo funciona la logística de exportación de fruta de Atacama?

Desde cierta semana del año en adelante hay un flujo de barcos fruteros, en ruta a EEUU, que pasan por los puertos de Coquimbo y Caldera. Sin embargo, cada vez es más frecuente que los productores vayamos con la fruta a cargar barcos al puerto de Valparaíso, porque los fletes en contenedores están resultado bastante más económicos que los charter. Veo un cambio inminente en la uva de mesa, que no tengo claro cómo se va a resolver, pero veo una tendencia hacia los barcos contenedores. Desde Copiapó es caro el transporte terrestre de la fruta hasta Valparaíso, pero, aun así, esta última temporada nos resultó más conveniente el flete en contenedor.

¿Era una diferencia de precio importante? Y ¿Cómo llegó la fruta?

No he visto mucha diferencia entre enviar en contenedor o en barco charter respecto de la condición de la fruta. Sin embargo, en cuanto al costo, tuvimos entre USD0,5 y USD1/caja de diferencia por enviar en charter versus contenedor. Es una ventaja realmente importante. Fue una sorpresa y, de hecho, tuvimos menos alternativas de barcos charter este año. Una sola empresa prestó el servicio, en tanto que el año anterior eran dos. En un contexto en que todos los fletes volvieron a sus valores normales, de prepandemia, el asunto es que los contenedores resultaron más baratos que los charter.

¿Hubo diferencia en los tiempos de viaje? Se supone que los charter viajan directo y los portacontenedores se detienen en puertos intermedios.

A los lugares de destino más frecuentes, como Los Ángeles y Filadelfia, los portacontenedores tienen tiempos de viaje un poco más largos, pero, por otro lado, tienen mucha más frecuencia de embarque. Si los charter salen una vez a la semana, en los contenedores hay más alternativas, por lo que se puede salir antes. Además, los portacontenedores funcionaron mejor que los charter en el canal de Panamá. Los charter tenían que reservar horario y era mucho más rígido para ellos el sistema. El resultado es que nos fue muy bien con los contenedores, incluso con el flete en camión desde Copiapó hasta Valparaíso.

LA BASE DE LA COMPETITIVIDAD

“Tenemos una gran oportunidad de mercado si competimos con fruta sin fumigar. Por esa vía tenemos una ventaja muy clara respecto de Perú, que está obligado a un tratamiento de frío y que, para cumplirlo, tiene que demorarse más en el tránsito. Como se ha dicho muchas veces, la fruta chilena presenta mejores propiedades organolépticas -dulzor y balance acidez azúcar- que la fruta peruana. O sea, a igualdad de condiciones, la fruta de Chile es más apetecida. Pero hasta hoy no hemos estado en igualdad de condiciones, lo que se revertirá con el System Approach. En términos generales, Perú tiene la ventaja de que logran mejores calibres que nosotros y eso es relevante en EEUU, hay que reconocerlo, pero en la experiencia de comer la fruta nosotros llevamos la ventaja. En todas partes se está apreciando cada vez más las características de sabor de los alimentos”.

¿Vieron venir a Perú? Siendo que algunos productores del valle fueron pioneros de la uva de mesa peruana y, ¿cómo ha cambiado la estrategia comercial de Copiapó ante la oferta peruana?

Si bien los vimos venir, es posible que los hayamos subestimado y que no hayamos sido lo suficientemente diligentes. Sin embargo, desde el principio vimos que Perú también tiene sus inconvenientes. En la agricultura se repite cierto fenómeno, un ejemplo fue el auge de los kiwis, todos plantaron la especie y después se fue hasta el fondo de la escala de interés de plantar. En la industria agrícola, lamentablemente, por la falta de información o mala comunicación entre agricultores, tomamos todos las mismas decisiones, todos plantamos lo mismo e, incluso, una misma variedad.

Es así que, en mi opinión, Perú también está pasado de superficie plantada, por lo que están sufriendo las consecuencias de tener mucha fruta, compitiendo contra sí mismo y accediendo a precios peores que los de antes. Es posible que también los peruanos menospreciaron la producción tardía de California, se están topando con los californianos y no saben para dónde escapar. La uva de mesa del hemisferio sur está en una situación complicada, en general. Hasta California está complicada con su producción tardía de uva de mesa. En Chile llegamos a producir más de 100 millones de cajas y nosotros mismos saturábamos el mercado en nuestra ventana. Tengo la impresión y es mi deseo, que esta situación está comenzando a cambiar. Creo que la tendencia es a una normalización de la uva de mesa. En Chile ha habido una reducción de la superficie productiva y una mejor distribución de la oferta durante la temporada. Espero que lo ocurrido este año sea un cambio de tendencia.

¿Copiapó está tomando decisiones incorporando la nueva oferta peruana en la ecuación, respecto de las variedades que se plantan y las fechas de cosecha, o eso solo depende del clima y las variedades disponibles?

Diría que el principal cambio o tendencia que se ve hoy en la uva de mesa chilena es que hay una preocupación fundamental por la calidad y por el rendimiento, aspecto que antes no era importante para todos. Cuando el negocio era ‘coser y cantar’ esos parámetros en ocasiones eran menospreciados, enviábamos calidades que no eran las óptimas y muchas veces los rendimientos no nos preocupaban tanto porque queríamos irnos temprano de vacaciones. Había margen. Pero, ahora que no hay margen, la principal preocupación de un productor de uva de mesa en Chile es producir calidad, lograr productividad y desarrollar procesos eficientes en los campos. La única forma en la que vamos a sobrevivir es siendo muy buenos en lo que hacemos.

Defines la pasada temporada como la mejor en muchos años, pero, ustedes, incluso, tuvieron una baja productiva. ¿En base a qué crees que eso se puede repetir?

Bueno, ojalá que no se repita la baja productiva… pero creo que las dos cosas están asociadas. La baja productiva del norte de Perú y del norte de Chile, y los problemas productivos por el ciclón en California generaron una mayor holgura por menor oferta. Así mismo, los cambios en las fechas de producción en cada uno de los países, en algunos casos deliberado y en otros fortuito, generó una oferta más homogénea en el tiempo y un ritmo de consumo más racional, que no forzó los precios a la baja. En algunos aspectos probablemente fue algo puntual, de la temporada, y en otros puede ser una señal de un cambio de tendencia. Todavía no sabemos en qué medida fue estructural y en qué medida fue fortuito. Sin embargo, tengo la impresión de que el negocio puede estar cambiando lentamente -en un sentido favorable- para la uva de mesa.

¿Está dentro de las estrategias comerciales de Copiapó guardar fruta esperando oportunidades de negocio o acá se cosecha, se embarca y se vende?

Por lo general se embarca y se vende. Puede que haya excepciones muy puntuales, pero, en general, se embarca lo antes posible para vender, vender y vender porque históricamente los precios en Copiapó han sido siempre descendientes. El año pasado fue el único en que el precio fue plano durante toda la temporada. Es un fenómeno muy inusual y creo que, en mis 27 años en la industria, nunca lo había visto.

FUNCIONANDO EN MODO SYSTEM APPROACH

En las otras zonas llamadas a entrar el sistema alternativo a la fumigación destacan el nivel de preparación que ha logrado Copiapó. Aunque, claro, tienen la ventaja de que en la región de Atacama la plaga voladora Lobesia botrana no se ha logrado establecer, porque no sobrevive entre temporadas. “Eventualmente puede llegar una polilla transportada, pero no va a prosperar porque las condiciones climáticas no se prestan para el desarrollo de la polilla”, aclara Susaeta.

Por tanto, el reto está en el ácaro cuarentenario. “En el caso del ácaro Brevipalpus chilensis, nuestro principal objetivo en el System Approach, tenemos protocolos técnicamente muy bien desarrollados, en los que han participado asesores y expertos. Los aspectos técnicos ya están completamente resueltos”.

¿La pasada temporada ya aplicaron el protocolo del System Approach?

Desde hace mucho tiempo que actuamos como si estuviera en funciones el System Approach. De partida, Brevipalpus, daña efectivamente las parras, por lo que nos mantenemos los doce meses del año preocupados de la plaga. En nuestro caso, en Manflas, en los muestreos de prueba no se ha encontrado especímenes vivos. Es un propósito absolutamente lograble en base a la implementación de los programas fitosanitarios correctos.

¿Hay algún riesgo desde el punto de vista de los residuos o mayores costos productivos?

Gracias al gran desarrollo técnico que hemos logrado en Chile no es un riesgo. Incluso disponemos de productos orgánicos para el control de la ‘arañita’. Hay muchas herramientas disponibles y un adecuado sistema de control de residuos que nos permiten asegurar que ese no es un riesgo. Respecto de los costos, pienso que sí vamos a incurrir en más gastos. Eliminar la fumigación no implica que nuestras exportaciones serán más baratas. Sin embargo, el objetivo no es ahorrar costos, el objetivo es lograr un producto que sea más apreciado en el mercado, que acceda a mejores precios y que pueda competir con la fruta peruana en igualdad de condiciones, para que nuestro producto pueda expresar mejor su calidad.

¿Qué es lo más complicado del proceso?

Lo más complicado va a ser cumplir el protocolo de muestreo, del transporte a los lugares de muestreo y resolver qué pasa con un lote si se encuentra un ejemplar dentro de la muestra. Dónde se tiene que fumigar. Es un desafío importante y un problema que no hemos enfrentado porque todavía no hemos exportado bajo el protocolo del System Approach. Sin embargo, los aspectos técnicos, dentro de los campos, ya están bastante resueltos.

EL PUNTO DE EQUILIBRIO AL FINAL DEL TÚNEL

“Como la gran mayoría de los agricultores peco de optimismo, espero que no en exceso. Estamos tras objetivos súper claros de reducir costos, de lograr eficiencias, de mejorar la calidad, etc. Pienso que, si todos nos enfocamos en eso, a lo que ya está abocada gran parte de la industria, tenemos muchas posibilidades de volver a ser exitosos. Estoy seguro de que lo que viene será muchos mejor de lo que hemos pasado estos últimos 5 o 6 años”, declara convencido Susaeta.

Para el presidente de APECO, Copiapó ya alcanzó un punto de equilibrio y hoy la uva de mesa se cultiva en una superficie que define como razonable. “Me parece que quizás todavía falta hacer algunos ajustes en otras zonas de Chile, pero creo que en el valle de Copiapó ya alcanzamos un punto en el que podemos ser sostenibles desde todo punto de vista. Desde el punto de vista del medioambiente, de la disponibilidad de agua, del negocio, de los precios, etc. El tiempo lo dirá, partiendo por la próxima temporada”.

Según el gerente general de Agrícola Manflas, la tendencia en la industria chilena es a mejorar la calidad de oferta. “No solo es lo que ha ido ocurriendo, sino que es lo que va a tener que seguir ocurriendo en el futuro. Por ejemplo, buena parte de nuestra reducción de volumen se debe a que dejamos para país o para mercados secundarios fruta que antes se iba a exportación”.

Es así que el éxito de la pasada temporada, al menos para Copiapó, no solo se debió a ventajas climáticas, sino que también a un equilibrio de la oferta y a una clara tendencia a una mejor calidad de la fruta.


RECUADRO

LAS CIFRAS DE LAS UVA DE MESA DE COPIAPÓ

En la región de Atacama, según el último Catastro Frutícola (CIREN 2021), habían 5.986,83 ha de uva de mesa, con 5.221 ha en el valle de Copiapó. Sin embargo, según las cuentas de APECO, hoy la superficie es cercana a las 4.800 hectáreas, de las que aproximadamente 4.375,86 corresponden a socios de APECO. Asociación que representa casi el 92% de la uva de mesa del Valle de Copiapó.

Según diversas fuentes, la uva de mesa en Atacama alcanzó a las 8.153 ha, pero debido a condiciones de mercado, productividad, cambio de variedades, clima, ha ido bajando consistentemente.

En un año normal, los principales mercados de Atacama son Norteamérica, con cerca de un 58%, seguido por Asía, con un 36%, en tanto que otros 56 destinos reciben el 6% restante. Sin embargo, esta última temporada el porcentaje a EEUU subió considerablemente.

En promedio Atacama exporta alrededor de 10 millones de cajas, pero la pasada temporada solo alcanzó a cerca de 9 millones de cajas. En época de cosecha Atacama genera 16 mil puestos de trabajo directo, manteniendo comunidades y culturas propias del campo.

*Fuente: APECO


RECUADRO

ALTO NIVEL DE ASOCIATIVIDAD DEL VALLE

En su gran mayoría, los productores de uva de mesa del valle de Copiapó están asociados a APECO (Asociación de Productores y Exportadores Agrícolas del Valle de Copiapó). “Están desde los productores más grandes, por ejemplo, Frutícola y Exportadora Atacama, hasta productores de entre 10 y 15 ha… y hasta un socio que cultiva solo 6 ha de uva de mesa. APECO representa al menos el 92% de la superficie cultivada del valle de Copiapó”, precisa Susaeta.

¿En torno a qué objetivos se organizó APECO hace ya 30 años?

Buscamos representar los intereses de nuestros asociados frente a las autoridades; capturar, transferir a los productores información sobre nuevas tecnologías y desarrollos de la industria, así como levantar financiamiento para proyectos de desarrollo tecnológico. Por ejemplo, para empujar proyectos suprarregionales como el Systems Approach. Además, tenemos una dimensión social, como ha sido, por ejemplo, el proyecto de los ‘huertos escolares’, un aporte a la educación y a la comunidad.

¿Cómo es que, en el valle de Copiapó, en general, hay un mayor nivel de organización que en otros valles? Por ejemplo, además de APECO, están las comunidades de aguas subterráneas, que en otros valles no han logrado constituirse.

Yo mismo tenía una imagen de los agricultores como entidades cerradas, que no comparten información y conocimiento. Eso acá ha cambiado de manera importante ya que APECO ha sido un motor de mayor comunicación y de más comunidad. En términos generales, pese a que no somos muchos productores en el valle de Copiapó, hay bastante organización. Está bien organizada la junta de vigilancia del río y las comunidades de aguas subterráneas, por ejemplo, aunque muchas veces se repiten las personas interesadas en hacer un aporte a la comunidad agrícola del valle. Por esa vía, también soy presidente de la CAS 1 (Comunidad de Aguas Subterráneas 1), trabajamos coordinados con la 2 y la 3 y en bastante sintonía con la 4. El agua es un eje organizacional fundamental del valle de Copiapó. Ya hemos visto cómo, en otros valles, se han empezado a quedar sin agua las cuencas. Por lo que sabemos de las otras latitudes, vamos a la vanguardia. Ya estamos desarrollando un programa de eventual prorrateo, preparándonos para una posible restricción del agua. Entre todos buscamos una fórmula justa de reducción de uso del agua para, también, proteger al ecosistema. Tenemos muy controladas las extracciones de agua y todos los regantes del valle de Copiapó han aportado a la transparencia. Por lo que tengo entendido, en este valle somos un ejemplo de las organizaciones en torno al agua.

Sin embargo, hace 20 años Copiapó era el ejemplo negativo respecto de una eventual crisis hídrica en el resto de Chile y el caso a destacar hasta que aparecieron problemas en otros valles, pero resulta que Copiapó sigue funcionando. ¿Ha sido gracias a la naturaleza o a la organización?

Creo que ambas cosas. Copiapó cuenta con un acuífero importante, que nos ha servido de reserva para manejarnos en períodos de bajo caudal del río Copiapó. Además, tenemos la suerte de que hay una cierta relación entre la superficie agrícola y la cantidad de agua disponible. Una cierta sincronía. Por nuestro lado, los usuarios hemos reaccionado bien y nos hemos asociado y organizado. Hemos sido lo suficientemente responsables como para lograr adaptarnos a la realidad actual. O sea, una mezcla de gestión responsable y la suerte de que en Copiapó hay un cierto equilibrio entre tierra y agua.

¿Qué instancia sería la más amplia respecto de la gestión del agua en el valle?

Hoy día se está creando un consejo de cuenca. Al principio era una iniciativa que no nos entusiasmaba mucho, porque era una forma de gestión que nos generaba muchas dudas, pero la figura se ha reformulado y ahora vemos que puede ser una instancia importante para que se coordinen todos los organismos asociados a la administración y gestión del agua.

¿Cómo se articulan hasta hoy los regantes con los grandes usuarios del agua como son las empresas mineras y el agua potable?

Las comunidades de aguas subterráneas involucran a todos esos participantes. Tenemos a las sanitarias, a la gran minería y a la agricultura. Me parece que hemos logrado convivir bien. Particularmente, en las directivas, nadie se mira feo y trabajamos bien en conjunto.

 

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