Drosophila suzukii (Matsumura) en uva de mesa

FOCOS DE ATENCIÓN BAJO CONDICIONES PROPICIAS

Entomólogo Christian Volosky Ferrand

Desde su primera detección oficial, ocurrida el 26 de mayo de 2017 en la región de La Araucanía, Drosophila suzukii (Matsumura) ha mostrado ser una de las plagas introducidas de mayor agresividad y más rápida dispersión que se haya tenido registro en nuestro país. Y es que a esta especie invasora le bastó tan solo un lustro para colonizar gran parte de la superficie agrícola chilena, habiendo sido detectada, hasta la fecha, en el extenso territorio comprendido entre las regiones de Tarapacá, por el norte y de Aysén, por el sur.

De acuerdo a lo informado por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG, 2022), su estatus como plaga presenta diferentes niveles, que van desde “plaga presente”, entre las regiones de Valparaíso y Los Lagos, a niveles menos críticos, como “distribución restringida” (Coquimbo y Aysén), “distribución restringida en evaluación” (Tarapacá, Antofagasta y Atacama) y finalmente “plaga ausente”, como es el caso de las regiones extremas de nuestro país (ver figura 1).

La rápida dispersión de la “drosófila de alas manchadas” es un fenómeno que puede ser explicado por muchos factores, pero probablemente sea su alto potencial biológico, gran amplitud de hospederos y las buenas condiciones climáticas imperantes en Chile para su establecimiento y reproducción, los que mejor expliquen su exitosa adaptación. Pero, además de estas características intrínsecas de la plaga, existen factores antrópicos, como las actividades de transporte, comercio y turismo, que cumplen un importante rol para que el insecto se desplace y colonice nuevas zonas dentro de nuestro territorio.

Figura 1. Distribución y estatus de plaga de Drosophila suzukii en Chile.

A la fecha, esta especie ha generado los daños más importantes en cerezas, frambuesas, moras, frutillas y arándanos, mientras que en uva de mesa su impacto ha sido bastante menor. Sin embargo, y a pesar de su relativa baja afinidad con la uva de mesa, es un hecho que ciertos focos han ocurrido con fuerza bajo las condiciones propicias y es necesario atenderlos.

En este artículo se presentan antecedentes relevantes de Drosophila suzukii, relativos a su biología, comportamiento, épocas críticas y alternativas de control, que permitirán un mejor entendimiento y un manejo más racional de la plaga.

Descripción de la especie

Los adultos de Drosophila suzukii son insectos pequeños, de 2,3 a 4 mm de longitud; su cuerpo es de color marrón pálido-amarillento y presentan bandas oscuras que cruzan su abdomen. Ojos de color rojo y cortas antenas del tipo aristadas. Esta especie exhibe un claro dimorfismo sexual, donde los machos presentan dos manchas oscuras en el extremo distal de sus alas, las que están ausentes en las hembras, dicha característica le confiere su nombre vernacular de “drosófila de alas manchadas”. Por su parte, las hembras son más grandes y presentan un ovipositor esclerotizado en forma de sierra que les permite realizar heridas en la epidermis de frutos sanos, por donde depositará sus huevos. La relación de machos y hembras es cercana a 1:1.

Los huevos son subcilíndricos, de 0.65 mm de longitud por 0.2 mm de ancho y presentan dos largos filamentos respiratorios en uno de sus extremos.

Larvas son ápodas, de coloración blanquecina, aguzadas hacia su extremo anterior y pasa por tres estados larvarios, con tamaños de 0.67, 2.13 y 3.94 mm, respectivamente (Walsh y Bolda, 2012).La pupa es de coloración marrón-amarillento a marrón oscuro, de 3 mm de longitud.

La más notable invasión biológica

Drosophila suzukii es originaria del sureste de Asia, probablemente de la extensa región comprendida por China, Japón, Corea, Taiwán, Tailandia e India. Su primera descripción se realizó a partir de ejemplares colectados en Japón, en 1931, pero ya hacia 1916 existían reportes de los severos daños que causaba en cerezas en ese mismo país (Kanzawa, 1935). Sin embargo, trabajos más recientes sugieren que esta especie no sería originaria de Japón, sino que habría sido introducida en dicho país a principios del siglo XX desde el continente (Hauser, 2012).

Abstrayéndonos de la discusión sobre su genocentro de origen, lo cierto es que la “drosófila de alas manchadas” es uno de los casos más notables de invasiones biológicas reportados hasta la fecha, tanto por la rapidez de su dispersión, como por la cantidad y heterogeneidad de climas que ha sido capaz de colonizar. Hasta la década de 1970, esta especie estaba confinada a su zona de origen y comenzó su expansión fuera de Asia recién en 1980, cuando aparece en la isla de Oahu (Hawai) y de forma mucho más pronunciada a partir de 2008, cuando se reporta casi simultáneamente en España, Italia y EE.UU. A partir de estas detecciones, Drosophila suzukii se expande rápidamente por casi toda Europa y Norteamérica. En Sudamérica aparece por primera vez en 2013, en el sur de Brasil y Uruguay, y desde ahí se extiende al año siguiente hacia Argentina, para llegar a Chile en 2017. En África se ha logrado establecer recientemente en Marruecos (2019), Kenia y Reunión (2013). Las detecciones más recientes de esta especie ocurrieron en Israel, el 2020 y Polinesia Francesa (EPPO, 2022), esta última, es su primera aparición en el continente de Oceanía.

Drosophila suzukii (Matsumura) en uva de mesa

En Nueva Zelanda y Australia esta especie no se encuentra presente y ambos países han impuesto medidas en orden a mitigar el riesgo de su introducción. Por su parte, Nueva Zelanda ha publicado un listado de tratamientos aprobados que son aplicados antes de la exportación, entre los que se incluyen tratamientos de frío, fumigación con bromuro de metilo y fumigación con SO2/CO2, en algunos casos las exigencias pueden considerar una mezcla de los tratamientos. En cuanto a Australia, a través de su Departamento de Agricultura, a partir de 2010 introdujo medidas de tratamientos de emergencia, en respuesta a los reportes de ataques de D. suzukii en cultivos comerciales del oeste de EE.UU. En la actualidad, se proponen opciones de manejo que incluyen System approach, aplicaciones de bromuro de metilo o fumigación de SO2/CO2, seguido de tratamiento de frío (Berry, J., 2020).

Múltiples hospederos y extraordinaria polifagia

Una de las características más notables de esta especie es su extraordinaria polifagia, habiéndose reportados alrededor de 140 hospederos de 27 familias botánicas diferentes, siendo la familia Rosaceae la más importante, seguida por Myrtaceae y Ericaceae. Su desarrollo se ve favorecido en presencia de zonas cultivadas amplias, períodos de cosechas prolongados y proximidad con bosques u hospederos silvestres. La relación de Drosophila suzukii con bosques y vegetación nativa ha sido bastante estudiada, siendo un punto clave en la biología de la plaga. Dichos ecosistemas le proporcionan refugio durante todo el año y en especial son utilizados por este díptero para pasar el invierno, pues además de tener condiciones más favorables que los hospederos cultivados (en su mayoría caducos), le proporciona fuentes de alimentación permanentes en hospederos silvestres.

En cuanto a los hospederos frutales, sin lugar a duda los berries y las cerezas son los preferidos por esta plaga, pudiendo generar graves perjuicios económicos, con pérdidas que pueden sobrepasar largamente el 50% de la producción. Según De Ros et al. (2020), la introducción de D. suzukii en la zona de Trento (Italia), generó un incremento de los costos de producción de €4.944/ha en frutillas, €3.630/ha en frambuesas, €2.485/ha en arándanos y €1.785/ha en cerezas, como respuesta a medidas adicionales de control, como aplicaciones de insecticidas, cosechas adicionales, sanitización de cuarteles y utilización de redes de exclusión.  Ciertos carozos, como la ciruela y el durazno, son también afectados, mientras que tanto la uva de mesa como la vinífera son considerados hospederos secundarios, donde su daño es considerablemente más bajo.

Frutos de piel delgada, con alto contenido de azúcar y acidez moderada son los favoritos de esta especie, por lo que su daño estará estrechamente vinculado con la variedad. En el caso de la uva de mesa, los mayores problemas se han observado en variedades de cosecha tardía, lo que resulta muy lógico, considerando que durante el otoño -producto de las condiciones de mayor humedad- los niveles poblacionales de esta especie incrementan en una época donde hay una limitada oferta de sustrato para realizar su ciclo, pues la mayoría de los cultivos han sido cosechados y los hospederos silvestres, en su mayoría, no están disponibles.

Biología y ecología de la plaga

En su zona de origen, esta especie es capaz de realizar entre 3 y 13 generaciones por año (Kanzawa, 1935), mientras que en la costa oeste de EE.UU. se informan entre 3 y 9 ciclos por temporada.

La pupa es de coloración marrón-amarillento a marrón oscuro, de 3 mm de longitud.

Pasa el invierno como adulto, generalmente en zonas boscosas o asentamientos humanos. En primavera, los primeros adultos maduran sexualmente al cabo de uno o dos días, las hembras oviponen entre 7 y 16 huevos por día, con un total de 380 huevos por ciclo. El proceso de incubación dura entre 20 y 96 horas, posteriormente aparecen las larvas, que se alimentan activamente de la fruta durante 3 a 10 días, antes de pupar. Las pupas pueden ocurrir tanto dentro como fuera del fruto y estarán en dicho estado entre 4 y 15 días. Finalmente emergen lo adultos, que viven entre 20 y 56 días (formas invernantes pueden vivir hasta 200 días).

El ciclo de desarrollo de drosófila de alas manchadas, al igual que todos los insectos, es regido por las temperaturas. A 15 °C, tardará entre 21 y 25 días desde huevo a adulto, mientras que, a temperaturas de 25 °C, tan solo necesitará de 8 a 13 días.

Sus umbrales de desarrollo térmico son amplios y van desde los 5 a los 30 °C, temperaturas que escapen de este rango generarán la detención del desarrollo. Entre los 20 y 25 °C se encuentra su rango óptimo de desarrollo (Palma, V., 2018).

El proceso de diapausa invernal será inducido por bajas temperaturas y una disminución del fotoperíodo. Bajo esas condiciones, D. suzukii dará origen a las “formas de invierno”, más resistentes que las formas de verano a las bajas temperaturas y alimentación deficitaria (Stephens et al., 2015).

Además de las temperaturas, otro factor limitante del desarrollo de D. suzukii es la humedad relativa. Si bien esta condición es muy fluctuante durante el día, épocas donde la humedad relativa tienen mínimos inferiores al 50% son las más críticas para la sobrevivencia de esta especie.

En atención a los antecedentes anteriormente señalados, es que los máximos niveles poblacionales de D. suzukii se expresan siempre en primavera y otoño, mientras que, en verano, las poblaciones tienden a ser bajas.

Aplicaciones desde pinta en adelante

El control de D. suzukii se basa principalmente en una estrategia química, sin embargo, es usual que se informen fallas en el mismo. Según lo observado desde 2017, es posible indicar que tres son las causas fundamentales de estas fallas:

  1. Controles en momentos inoportunos.
  2. Incorrecta elección de activos.
  3. Sobre estimación de las residualidades de los insecticidas.

En efecto, las aplicaciones para drosófila no deben ser realizadas en cualquier momento, sino que se rigen por las condiciones favorables que puedan aparecer en la fruta. Como se mencionó anteriormente, esta plaga busca fruta de piel suave, alto contenido de azúcar y acidez moderada, tres condiciones que únicamente estarán presentes cerca de la cosecha. En uva de mesa, las aplicaciones deberán realizarse desde pinta en adelante, en la medida que los monitoreos así lo indiquen. Es usual que los controles se realicen de forma reactiva, cuando la plaga ya colonizó la fruta, y en ese momento su control será muy pobre.

Por otra parte, no son muchos los insecticidas eficaces y básicamente se restringen a ciertos representantes de 4 familias: espinosinas, piretroides, organofosforados y diamidas, además de algunos compuestos bio racionales, valiosos en una rotación, pero que en ningún caso logran llegar a los niveles de eficacia de los insecticidas convencionales.

Lamentablemente, los piretroides y organofosforados han sido sistemáticamente restringidos y gozan de una mala reputación en algunos de nuestros mercados de destino, por lo que las alternativas de las espinosinas (ej., spinosad, spinetoram) y diamidas (ej., cyantraniliprole), asoman como las mejores opciones disponibles. Aparecen, en este punto, dos problemas adicionales que deben ser atendidos: posibles violaciones a los límites máximos de residuos y eventuales desarrollos de resistencias por parte de la plaga producto de la escasez de modos de acción disponibles. Por esto es que será importante la incorporación en la estrategia de otros compuestos, denominados “bioracionales”. En Chile la oferta de productos “naturales” o “biológicos” es amplia, sin embargo, los únicos compuestos que han mostrado una moderada eficacia son piretrinas, Chromobacterium subtsugae, azadiractina y sabadilla, pero en todos estos casos tendrán residualidades inferiores a los convencionales.

Insecticidas de frecuente uso en Chile, en particular en uva de mesa, como acetamiprid y clorantraniliprole, solamente muestran una eficacia moderada a baja, por lo que no deberían ser recomendados en el manejo de esta plaga.

Respecto a las residualidades, ante una alta presión de la mosca, los insecticidas no tienen más de 7 días de control efectivo, mientras que los bioracionales pueden otorgar entre 1 y 5 días. En el cuadro 1 se presentan algunos insecticidas y sus períodos de control efectivo de D. suzukii.

Cuadro 1. Eficacia y residualidad de insecticidas en Drosophila suzukii.

Insecticida Grupo IRAC Eficacia Residualidad Días a ND1
Acetamiprid 4 A + 3 >120
Azadiractina UN + 1-2 S/I2
Chroobacterium subtsugae UN ++ 5 0
Clorantraniliprole 28 + 3 >90
Cyantraniliprole 28 +++ 7 >90
L/G-cyhalotrina 3 A +++ 7 55-65
Fenpropathrin 3 A +++ 7 S/I
Phosmet 1 B +++ 7 >90
Spinetoram 5 +++ 7 30-40
Spinosad 5 +++ 7 45-50
Piretrinas 3 A + 1-2 S/I

1 ND: No detección.

2 S/I: Sin información.

Especial atención deberían tener, en el caso de la uva de mesa, los trabajos realizados con azufre micronizado por Pérez-Guerrero y Molina (2016), quienes demuestran, mediante ensayos de elección y no elección de fruta, que este producto sería capaz de reducir de forma significativa las oviposturas y emergencias de adultos desde la fruta (76% de reducción en las ovipostura) y, adicionalmente, generar mortalidades de adultos de entre 23 y 46%, al cabo de 2 y 7 días de la aplicación, respectivamente. En caso de confirmarse bajo condiciones locales, podría ser una excelente alternativa que podría incorporarse en las estrategias de uva de mesa.

Post cosecha, hospederos alternativos y manejos agronómicos

Opiniones muy diversas se escuchan respecto de estos aspectos y posiblemente todas tienen su justificación técnica, sin embargo, será bueno analizar cada uno los puntos y relacionarla con la información disponible, de manera de llegar a ciertos consensos.

  1. Post cosecha (tratamientos químicos): analizar el objetivo de los tratamientos siempre nos ayudará a entender su real aporte. Como se indica en este mismo artículo, Drosophila suzukii pasa el invierno como adulto, asociado a bosques, zonas urbanas o vegetación nativa, por lo que no es posible encontrarla durante este período asociada a zonas productivas de uva de mesa u otros hospederos frutales. Por su parte, los tratamientos de post cosecha buscan reducir las poblaciones de la plaga con el objetivo de comenzar la siguiente temporada con niveles más bajos.

Si analizamos los grupos de artrópodos que se controlan con tratamientos de post cosecha en nuestro país (ej., chanchitos blancos, escamas, conchuelas, ácaros), nos daremos cuenta de que tienen una característica en común que los diferencia con D. suzukii, esto es, son plagas no voladoras. Este punto es muy importante, pues si lo que buscamos es bajar el inóculo, pero la plaga no está presente en el campo, ¿qué es lo que estaríamos controlando? Por lo demás, la presión de una plaga voladora dependerá mucho más de las condiciones climáticas -o del entorno- durante la primavera, que de las medidas implementadas la temporada anterior para reducir sus poblaciones.

Imaginemos que realizamos aplicaciones y controlamos toda la población de drosófila en un predio, sin embargo, la primavera siguiente es húmeda y con buenas temperaturas. Lo más probable es que el nivel de la plaga sea alto, aun cuando nuestro tratamiento de post cosecha fuera “exitoso”. La razón de esto es que, por tratarse de una plaga voladora, esta especie generará una presión constante desde el entorno y las infestaciones, por tanto, serán en función de lo que ocurra fuera del predio.

Otro punto que es importante es el impacto de estos tratamientos de post cosecha sobre la entomofauna auxiliar benéfica. Los tratamientos impactarán a los enemigos naturales de otras plagas (ej., chanchitos blancos) en una época en que son muy eficientes, por lo que lejos de aportar, estos tratamientos podrían incluso acarrear más complicaciones, por el desequilibrio que generan.

  1. Hospederos alternativos: Drosophila suzukii es una plaga polífaga, por lo que puede estar presente tanto en los cultivos como en hospederos silvestres de su entorno. La literatura señala que los contornos de vegetación silvestre de los predios deben ser controlados, y que eso “reduciría las infestaciones”, sin embargo, es posible que dichas aseveraciones no sean completamente aplicables a nuestra realidad.

La presencia de D. suzukii en hospederos silvestres estará fundamentalmente influenciada por la disponibilidad de sustrato para su oviposición, respecto a las especies más relevante que podrían encontrarse en los deslindes de los cuarteles de uva de mesa, está la zarzamora. Sin embargo, la preferencia de la plaga por la mora es bastante mayor que por la uva de mesa, por lo que es necesario dilucidar si este hospedero actúa como fuente de inóculo o, por el contrario, como cultivo trampa. Por otra parte, el período de madurez de la mora no necesariamente coincidirá con la etapa susceptible de las variedades de uva de mesa, por lo que no sería tan directa la relación de este hospedero como fuente de inóculo.

Adicionalmente, la presencia de vegetación nativa en el entorno de los predios tiene un importante rol como corredores biológicos, pues incrementan la diversidad de las especies vegetales presentes y actúa como la principal fuente de producción de enemigos naturales, que posteriormente aportarán en el control de las plagas presentes en el huerto. Es por esto por lo que debemos ser muy cuidadosos con las aplicaciones de insecticidas en estos sectores, pues podrían impactar negativamente en los insectos benéficos.

  1. Manejos agronómicos: medidas complementarias al control químico pueden ser muy relevantes en el éxito final de las estrategias. Evitar una excesiva fertilización nitrogenada reducirá el riesgo de generar un microclima excesivamente húmedo, que favorezca la presencia de la plaga, reduciendo el riesgo de ataque. En esa misma dirección, el manejo de la canopia mediante desbrotes oportunos, mejorará la condición, además de favorecer la eficiencia de las aplicaciones. Por su parte, las aplicaciones deben ser efectivas, por lo que será clave una velocidad de aplicación baja (2,5 a 3,5 km/h) y presiones de aplicación de acuerdo al rango indicado por el fabricante de las boquillas (generalmente 6 a 10 bar).

Gullickson et al. (2019), señala que la adición de ciertos estimulantes alimentarios puede incrementar el efecto de los insecticidas. La incorporación de azúcar, o azúcar y levaduras (cebos) con insecticidas, aumenta la actividad biológica de varios ingredientes activos. La adición de sucralosa a 0,1% en mezcla con spinosad, spinetoram y ciantraniliprole, incrementa la mortalidad de adultos y reduce la emergencia de larvas (Cowles et al., 2015). Si bien estos estudios parecen muy interesantes, es importante alertar sobre los posibles efectos en otros artrópodos, pues podría generar un grave problema al afectar poblaciones que no son el objetivo.

 

 

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